Entre los aspectos que más preocupan a los pacientes diagnosticados de síndrome linfoproliferativo (linfoma, mieloma) en algún momento de la evolución de la enfermedad se encuentran la alimentación y la nutrición.

Son varios los motivos por los que la nutrición y la alimentación se convierten en temas importantes:

1.- Pérdida de apetito.
2.- Dificultad para alimentarse.
3.- Preguntas sobre ¿qué comer? ¿cuándo comer?.
4.- Deterioro de la imagen corporal.
5.- Influencia sobre las relaciones sociales.
6.- Calidad de vida

El mantenimiento de un adecuado estado nutricional es importante ya que mejora la respuesta inmunitaria (defensas) del organismo. Por tanto desde el principio de la enfermedad hay que prestar especial atención a los aspectos nutricionales.

La enfermedad, los tratamientos de quimioterapia y radioterapia, la ansiedad y la depresión, así como las hospitalizaciones pueden hacer que el paciente no se alimente de forma adecuada o tenga pérdidas nutritivas (si vomita, por ejemplo).

Un síntoma frecuente es la pérdida de apetito (anorexia). La enfermedad puede hacer que disminuyan las ganas de comer, sobretodo si está en estadios avanzados, se localiza en tubo digestivo (linfoma gástrico), produce dolor (mieloma múltiple) o hay afectación del sistema nervioso central (linfoma cerebral). En algunos casos además hay imposibilidad para alimentarse correctamente tal como ocurre en algunos linfomas localizados en la cara o en la boca (anillo de Waldeyer). La quimioterapia produce con mucha frecuencia pérdida de apetito, tanto por sí misma como porque el enfermo evita comer para no tener efectos secundarios (náuseas, dolor al comer por lesiones en la boca).

La disgeusia es una alteración del sentido del gusto, que aparece en más de la mitad de los enfermos como consecuencia de los distintos tratamientos (quimioterapia, radioterapia) y que puede repercutir en el estado nutricional.

La ansiedad, la depresión y otras alteraciones que pueden aparecer en el estado de ánimo pueden influir de manera importante en la pérdida de apetito. También el cambio en las costumbres (no asistencia a reuniones de amigos, asistencia a restaurantes) que puede producirse por deterioro de la percepción de la imagen corporal (alopecia, delgadez).

Existen algunos consejos o trucos para mejorar la alimentación cuando se tiene poco apetito:

Evite los olores de la comida cuando se está preparando.
Aproveche los momentos en que tiene más apetito para tomar los alimentos más nutritivos.
Haga del momento de comer una actividad lo más relajada y agradable posible.
No intente comer lo que no le gusta, aunque le digan que es muy bueno; porque corre el riesgo de que al final no coma nada.
Intente elaborar una lista de los alimentos que mejor tolera.
Pruebe a comer pequeñas cantidades y con más frecuencia, en vez de intentar una comida copiosa.
Hay quien dice que las comidas frías pueden ser más apetitosas.
Hay comidas que son “vacías”: no tienen ni proteínas, ni de nada; lo único que hacen es cansar al que la come con mucho masticar: ¡olvídelas!.
No comience a comer con un plato muy grande y muy lleno o gastará su fuerza al mirarlo. Es mucho más apetitoso un plato con poca cantidad y buen aspecto (como cuando vamos de tapeo).
Pregunte a su médico si puede tomar un poco de vino o una cerveza en la comida.
Si tiene ansiedad, depresión o dolor, la mejoría de éstos con un tratamiento adecuado probablemente mejore su apetito.
Consulte también con su médico la posibilidad que le pueda recetar algún medicamento estimulador del apetito.
Un problema frecuente e independiente de la falta de apetito es la dificultad para alimentarse. Esta dificultad puede estar condicionada por la aparición de aftas orales (ulceras en la boca) dolorosas, o por la existencia de náuseas o vómitos en relación con la quimioterapia. Es frecuente también la aparición de sequedad en la boca por el tratamiento radioterápico; también puede producirse aumento de la salivación.
Si tiene náuseas y/o vómitos, puede ser necesario que el médico replantee y/o refuerce el tratamiento antiemético (medicamentos para las náuseas y los vómitos).
Quizás sea también adecuado el hacer varias comidas de pequeña cantidad repartidas a lo largo del día, con líquidos abundantes para evitar la deshidratación.
Se deben eliminar las comidas muy olorosas así como la producción de olores al guisar (¡que no se llene la casa de olores!).
Se recomiendan zumos, arroz y pasta, patatas, pescado, huevo y jamón así como los alimentos que por la propia experiencia sean bien tolerados, procurando la mejor ingesta de nutrientes y calorías. Las comidas grasas, los dulces, el alcohol y las frituras, probablemente sean mal tolerados.
La buena presentación de los alimentos, con platos que sean “visualmente agradables”, puede favorecer la tolerancia.
En los casos en que se produce sequedad de boca, es muy importante evitar las infecciones; conviene beber frecuentemente pequeñas cantidades de líquido, para mantener la humedad de la boca así como hacer enjuagues y gargarismos varias veces al día (por ejemplo: agua hervida: ½ litro, bicarbonato sódico: 1 cucharadita y sal: 5 cucharaditas), sobretodo después de las comidas. Pida también a su médico que le recete algún producto que haga las veces de ”saliva artificial”. Acuda a su dentista con frecuencia.
La aparición de lesiones en las mucosas de la boca (mucositis y aftas orales) son muy frecuentes en los pacientes sometidos a quimioterapia, en especial en los momentos en que la cifra de leucocitos disminuye. Tienen importancia sobretodo por el dolor que pueden producir. Lógicamente, hay que procurar evitar los alimentos que producen irritación (sal, limón…). Las comidas deben ser blandas y si es necesario triturada (prepare puré, albóndigas…). Si están frías se toleran mucho mejor. Consulte a su médico la posibilidad de tomar analgésicos, sobretodo antes de las comidas ya que de esta forma quizás pueda mejorar la toma de alimentos. Será conveniente vigilar la posible aparición de sobreinfección (hongos, por ejemplo).

NO OLVIDE:

Mantener un buen estado nutricional puede ser difícil en algunos momentos, pero es importante tanto para la lucha contra la enfermedad como para mantener una mejor calidad de vida durante el tratamiento.

La nutrición es un tema que va cobrando importancia. La aplicación de protocolos que persigan la detección de malnutrición puede permitir la selección de pacientes que se beneficien de una intervención nutricional específica, ya que el soporte nutricional resulta eficaz en el paciente con cáncer.

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